Driving down the darkness

miércoles, 12 de enero de 2011

Los muertos tienen la culpa

Desperté con un violento espasmo, solo para toparme con mis atormentadores amigos. Esos viejos y polvorientos hombres que rodean mi cama, negándome escapatoria. La mujer a mi lado duerme, no quiero despertarla, pero no puedo evitar que mis quejidos y sollozos escapen de mi garganta.
************
La mujer sigue durmiendo, y mis atormentadores detrás de mí, viendo como me ato la corbata, de vez en cuando hasta me corrigen. Sus grises ropas y sus miradas tristes me adosan angustia, me atacan, me agobian. Son fantasmas de reproche, un aviso tardío, una notificación de la muerte. Todos me miran con vergüenza, guardando silencio, recordando por ratos aquellos tiempos de innecesaria injusticia.
************
Una procesión de muerte recorre un camino solitario, encabezada por mí, junto con uno de mis atormentadores, que mirando el suelo me recuerda y me reprocha tantas cosas que hicimos mal en el pasado. Los demás detrás de nosotros, solo observando el destino de nuestra marcha. El cementerio está a unos metros ya, casi puedo respirar el olor a huesos y a rencor que emana de las tumbas de los seis.
************
Una hilera de lápidas se pierden en el horizonte, al panteón llegué solo, en algún momento de la marcha mis amigos se fueron. Buscando las tumbas me topo con un montón de desconocidos, que vivieron hace una eternidad, a unos metros veo la tumba de uno de mis atormentadores. Me espera recargado en su lápida, así como todos los demás, cuando llego a donde él está me mira con desprecio, frunciendo el ceño en silencio. Las voces de culpa se amontonan dentro de mi cabeza, con un estruendo insoportable que hace que me broten lágrimas de tristeza y angustia.
Mi recorrido sigue, y uno a uno encuentro a los amigos y compañeros, que en un tiempo festejábamos y alardeábamos de la ruina de un hombre que no se lo merecía. Ninguno de ellos recibió perdón, y apuesto a que al menos cuatro de ellos ni siquiera se arrepintieron, pero hoy todos sin excepción vagan sin rumbo, esperando poder pasar del otro lado. Todos guardan rencor, todos miran con ojos hirientes, queriendo arrastrarme con ellos hacia su propio infierno.
************
Unos pasos me separan de mi redención. Los seis me han seguido tratando de disuadirme, tratando de acabarme de un solo golpe, buscando que mi fin sea igual al de ellos. Entro en un largo y oscuro pasillo, mis atormentadores me siguen muy a su pesar, en la última puerta me espera ese al que lastimamos.
Con mis adoloridos nudillos golpeo la vieja puerta de madera podrida, unos segundos después un hombre abre la puerta. Sus ojos lo dicen todo, ese miedo y ese odio llenan su alma, ese desprecio y esa rabia consume su ser. Solo digo que he venido a pedirle disculpas, a pedirle perdón por todo ese daño que le hemos hecho. Con lágrimas en los ojos y con toda la sinceridad de mi corrompida alma le imploro por un perdón que me pueda dar tranquilidad. El hombre no resiste, su bondad tan grande, que en su tiempo le hizo tanto daño, hoy nuevamente le puede.
Tartamudeando por lágrimas de pesar me dice que está bien, que me perdona, incluso me abraza, como firmando que ya me ha perdonado. No lo soporto, tengo que salir de aquí.
*************
El hombre me ha despedido, regreso por el camino que seguí para llegar, ya veo la luz de la calle. Los seis ni siquiera quisieron entrar conmigo, ahora me siguen callados, los reproches cesaron, ya hasta me siento descansado. Llegando a la puerta mis atormentadores se detienen, formados solemnemente, mirando el suelo. Del otro lado de la calle veo pasar a la mujer de mi cama, sin pensarlo cruzo corriendo hacia ella. Una ráfaga de viento con olor a destino me embistió de lado.
*************
Un hombre yace tirado en el empedrado que se ha tornado rojo por la sangre que emana de sus heridas. Su rostro me resulta familiar, uno de los paramédicos que llegó en la ambulancia hace un rato lo revisa, diciendo en última instancia que ha muerto. Los seis me esperan en la acera, para que emprendamos nuestra larga e infinita marcha, para vagar por esta tierra, hasta que llegue nuestra oportunidad de pasar al otro lado.

3 comentarios:

  1. muy alucinada la idea
    me gusta me gusta,
    aunque pocos sabemos que cuasi, si cuasi es un hecho real

    ResponderEliminar
  2. El meoyo del asunto es algo que no esta claro...pero si ponemos un poquito de atencion que hace una PUTA? la k esta en la cama es una puta? jejej bueno bueno....algo de claridad a tu objetivo le haria mas interesante

    ResponderEliminar
  3. me encantó... a mi me queda bastante clara la idea, y me imaginaba cada cosa que narrabas. Te felicito :)

    ResponderEliminar