-Entonces ¿el doctor Hunnigan no
se ha reportado desde la semana pasada?- preguntó Scott a la recepcionista de
su laboratorio.
-No, doctor Wells- respondió la
sexy secretaria que se asomaba con una coqueta sonrisa por encima de su
escritorio- Ya le he dicho que el doctor Hunnigan no ha checado su carnet desde
el jueves- revisó su libreta de reojo y añadió- cinco de julio.
-¿Y cuándo fue la última vez que
salió?
-Eso es lo interesante, según su
carnet no salió, debe haberse ido sin registrarlo. Seguramente mientras Ellen
estaba aquí, porque yo no lo habría permitido.
-¿Puedo echar un vistazo a su
laboratorio?- pidió Scott, que empezaba a frotarse las manos de la
preocupación.
-Lo siento, doctor Wells, pero el
doctor Hunnigan cambió la clave de acceso a su laboratorio, ni siquiera el
director Reynolds la tiene.
Scott Wells, después de todo, dejó
de insistir y regresó a su área de trabajo, otro laboratorio que compartía con
otros dos doctores. Eran genetistas de una enorme farmacéutica y, en esos días,
estaban investigando algunas drogas que parecían tener efectos benéficos en el
tratamiento contra el cáncer de estómago.
El doctor Albert Hunnigan era
quien supervisaba aquel trabajo de investigación, y desde hacía casi una semana
que no se aparecía en el laboratorio. El último en verlo fue Tom Higgins, el
guardia del estacionamiento, quien refirió que Hunnigan salió del lugar la
noche del seis de julio y no le volvieron a ver. Según el doctor Reynolds, el
director del laboratorio Eternal Health Laboratories, dijo que Albert había
pedido vacaciones y que probablemente estuviera en Cabo San Lucas asoleandose
tomándose una cerveza.
Al final, Scott tuvo que conformarse
con esa excusa y regresó a sus labores, esperando que Albert Hunnigan regresara
pronto puesto que sus investigaciones empezaban a mostrar resultados positivos.
Más tarde en su laboratorio, el
resto de su equipo coincidía en lo extraño de la desaparición del doctor
Hunnigan.
-Reynolds tiene razón- espetó Trevor
Rogers, que estaba mirando algo en un microscopio- seguramente está en la
playa, dale unos días y regresará.
-No lo sé- inquirió Scott- le he
dejado más de veinte mensajes y no ha respondido ninguno.
-Déjalo en paz, hombre- replicó
Daniel Yons, que estaba recargado sobre una de las mesas de trabajo- ¿no ves
que quiere algo de privacidad? Hay vida afuera de este agujero, tal vez
deberías unirte.
Más tarde, Scott revisaba sus
notas sobre su investigación, aunque no podía concentrarse por pensar en
Hunnigan. Su trabajo empezaba a dar frutos, pero, debido a que ninguno de ellos
eran biólogos moleculares ni químicos farmacobiólogos de renombre, sin él se
quedaría en una simple investigación. Aquel trabajo, si salía bien, les daría
el impulso necesario para conseguir un mejor trabajo en una farmacéutica o un
laboratorio de más prestigio, desgraciadamente eso dependía de un doctor viejo
del que empezaban a sospechar padecía de sus facultades mentales.
Desde antes que Scott llegara a
Eternal Health, Albert Hunnigan se mostraba obsesionado con la evolución y se
procuraba artículos recientes sobre cómo los genes se adaptaban a ciertos
cambios del medio ambiente. La mayor parte de su tiempo la pasaba investigando
y haciendo ensayos sobre sus descubrimientos para luego enviarlos a revistas
sobre genética, Genetic Roulette, Genetic Annual Review, entre otras. Para su
propia desgracia, ninguna de esas revistas consideraban su trabajo como bueno y
referían que sus resultados eran poco confiables. No obstante, Albert Hunnigan
continuaba con sus ensayos.
Cuando le asignaron el proyecto en
el que estaba involucrado Scott Wells maldijo all director Reynolds por quitarle
tiempo a sus investigaciones. Sin embargo, cuando conoció a Scott pensó en que
quizás algo bueno podría salir de todo aquel embrollo. Scott era inteligente,
muy astuto, aunque era demasiado lambiscón. Además, el día que lo escuchó
hablar sobre que algunos genes se inactivan al evolucionar un organismo, supo
que había encontrado a uno de los suyos. Por esa razón, apoyo a su equipo
durante sus investigaciones y le dio su número privado a Scott por si tenía
cualquier duda que quisiera discutir con él. No eran amigos, pero compartían
ideas que los unían como a los más antiguos colegas.
Esa misma tarde de martes, en la
que Scott Wells había planeado visitar nuevamente al director Reynolds, se
encontró en el camino a Ramiro Soto, el jefe de seguridad del laboratorio.
-¡Doctor Wells!- exclamó Ramiro,
que llevaba algo debajo del brazo- qué bueno que le veo. Supe que está buscando
al doctor Albert, así que tal vez quiera darle un vistazo a esto.
Lo que Ramiro puso en manos de
Scott fue el cuaderno de notas de Hunnigan, se veía atiborrado de letras y por
encima de las hojas se asomaban docenas de separadores de colores
fosforecentes. Scott dio gracias y olvidó a Reynolds, luego regresó a casa con
ese gran tesoro.
Al principio, ese cuaderno resultó
ser una enorme decepción. Las primeras treinta hojas contenían solo garabatos y
dibujos de pollos, algunas otras tenían frases de libros o canciones, pudo
distinguir entre ellas parte de la letra de Feeling Good de Michael Buble,
entre otras cosas que no tenían ningún sentido. En varias ocasiones, Scott
regresó a la tapa de la libreta para cerciorarse de que pertenecía a Albert y
cada vez se desilusionaba al ver su nombre escrito con la letra pulcra del
doctor Hunnigan. Más adelante habían notas un poco más ordenadas sobre
intrones, transposones y viriones, después algo sobre el genoma humano. Tras
pasar aquello encontró una parte que hablaba sobre los genes que se inactivan.
"En
el embrión humano se aprecia, en cierta etapa, que posee cola, algo similar
ocurre en otras especies, y que tiempo después ésta se pierde. Se piensa que
los genes que codifican para esta cola se inactivan para dejar que la
maduración normal del embrión siga su curso, sin embargo, estos genes no se
pierden, solo callan.
Esto
nos podría llevar a una nueva etapa en la ingeniería genética.
Por
otra parte, se ha demostrado que los embriones de pollo llegan a tener dientes,
por lo que se afirma que son descendientes de alguna especie de dinosaurio y
que contienen esos genes pero inactivados."
-Ya veo por qué dicen que está
loco- se dijo Scott a sí mismo mientras hojeaba la libreta.
Las siguientes hojas mostraban
garabatos y listas de genes, algunas otras anotaciones y pedazos de canciones.
Cada vez la letra del doctor se volvía menos pulcra y más tosca, en algunas
partes las palabras estaban tachoneadas a tal grado que la hoja en cuestión
estaba agujerada. Un par de hojas más adelante, Scott encontró el dibujo de un
pollo, uno pequeño y dentro de un globo de conversación escribió
"Chicken's butt".
A decir verdad, todo aquello
perturbaba la mente de Scott Wells, deseaba dejar esa libreta y olvidarse de
todo, pero la espina de la curiosidad le corroía las manos y siguió avanzando.
Conforme iba avanzando hacia el
final de la libreta, la forma de la letra adquiría formas más grotescas, pareciera
que solo trataba de grabar en el papel una idea encriptada en símbolos
irreconocibles que solo su propio cerebro pudiera decifrar. Nuevamente había
dibujos de un pollo. Chilcken's Butt. Sin duda, el doctor Hunnigan había
perdido la razón.
Ya casi al finalizar la libreta
solo se encontraban garabatos. Sin embargo, cuatro hojas antes de llegar al
final había algo más que destacaba de toda lo demás: había un dibujo de un
velociraptor, tan detallado que era imposible no sentir miedo de las fauces abiertas
y llenas de dientes afilados de ese ser extinto. Cada detalle, cada garra, cada
escama estaba perfectamente trazada. Los ojos del animal se veían ansiosos y
enfocados en quien viera el dibujo, y en el lomo tenía una capa de lo que parecían
ser plumas. Debajo del dibujo había algo escrito:
"Algunos
velociraptors tenían plumas.
Se
dice que los embriones de los pollos llegan a tener dientes y cola durante su
desarrollo y guardan muchas similitudes con la anatomía de ellos, por ejemplo
en las patas y en las escamas que tienen.
¿Genes
inactivos?"
Cuando Scott terminó de leer
aquello cerró la libreta y cogió el auto para ir nuevamente al laboratorio.
Eran las dos de la mañana cuando
llegó. El guardia de seguridad de la entrada preguntó a qué se debía la visita,
Scott respondió que había olvidado su portafolios en el cubículo y necesitaba
algunos apuntes. Entró sin dificultad y se dirigió al laboratorio de Hunnigan,
que se encontraba en la planta subterranea.
Bajó por la rampa que llevaba al
laboratorio de Albert, era un pasillo de color blanco y largo que terminaba en
la puerta automática que se abría solo con la clave de Hunnigan. Aquel silencio
le perforaba los oídos a Scott, pareciera que estuviera a punto de encontrar
algo con lo que no podría lidiar. Al llegar a la puerta presionó un botón que
estaba de lado derecha de la puerta, el cual mostró el teclado para ingresar la
contraseña. Las contreseñas del laboratorio consistían en secuencias de letras,
números y símbolos que debían ser cambiadas cada tres meses, por lo que era muy
difícil saber cuál era la combinación correcta. Scott estuvo frente al teclado
durante un buen rato pensando en cuál sería la contraseña, entonces acudió a su
mente la imagen de ese pollo que decía "Chicken's Butt". La idea le
pareció ridícula, pero no tenía nada que perder y tecleó "Chicken's
Butt".
Pasó un segundo y la cerradura de
la puerta cedió con un audible sonido neumático. Las puertas se abrían a manera
de cancel y se apartaron para dejar pasar a Scott, que lo primero que hizo fue
encender la luz. Después de la puerta automática había una pared de cristal que
separaba el laboratorio como tal de la entrada de éste, en ella habían un par
de sillas y una televisión de plasma. Todo estaba desordenado, papeles,
pipetas, partes de un microscopio y algunas otras cosas estaban en el piso.
Cuando Scott quiso abrir la segunda puerta para entrar la puerta automática se
cerró y se encendió la televisión. En ella apareció el doctor Albert Hunnigan.
Se veía huraño, la barba le había
crecido y la mata de desordenado cabello lucía más blanca de lo que él
recordaba. Albert miraba fijamente a la cámara y sonreía.
-Doctor Wells, me alegra que haya
venido. Si usted está viendo ésto es porque he desaparecido y lo ideal es que
usted sea el primero en saberlo.- Scott miraba la pantalla perplejo, al
parecer, todo aquello era plan del viejo Hunnigan- Muchos consideran que me he
vuelto loco, y quizás tengan un poco de razón, pero es porque he descubierto
algo que revolucionará la industria de la ingeniería genética.
"Una vez dijiste que algunos
genes se inactivan pero no se pierden. ¿Lo recuerdas? Pues tenías mucha razón,
todos tenemos genes que provienen de nuestros antepasados, de lo que alguna vez
fuimos. Los pollos expresan genes que los velociraptores expresaban, como los
dientes, pero después se inactivan. ¿Qué pasaría si encontraramos la manera de
activarlos nuevamente? Tendríamos la capacidad de recuperar características de
algunas especies pasadas. Tal vez no te parezca algo importante porque nuestros
antepasados no eran menos funcionales que nosotros. Pero eran fuertes, para
haber vivido bajo condiciones extremas debieron tener una estructura ósea y un sistema
muscular muy poderoso. Imagina eso, súper personas que puedan resistir
condiciones más extremas. Tendríamos la evolución en nuestras manos.
"En estas semanas he estado
experimentando con enzimas de restricción y con otras cosas. Adivina qué.
Encontré una enzima reactivadora. Tiene la capacidad de hacer que un genoma
exprese esos genes silenciados y hacerlos progresar. Y he podido hacerlo. He
creado un ser superior, Scott, he iniciado una nueva etapa de evolución.
En ese momento se escuchó un
escándalo de cosas que se caen dentro del laboratorio.
-El problema, es que no puedo
dejarlo salir porque sería un peligro- dicho ésto, la puerta emitió un click
que le heló la sangre a Scott, la puerta se había bloqueado- pero también tiene
que comer. Conmigo tendrá por un rato, pero no será suficiente. Y no puedo dejarlo morir.
El escándalo se hizo mayor, aunado
a ésto se escuchó un rugido que no podía identificar, pues provenía de un ser
que jamás había visto.
-Algún día nos encontrarán, amigo-
dijo Hunnigan con una sonrisa enfermiza- y entonces nos llamarán los pioneros
de la ingeniería molecular. Adiós, Scott.
La pantalla se apagó. De detrás de
las mesas de trabajo se asomó un reptil enorme y emplumado que, en efecto,
parecía un velociraptor, era de un color amarillo muy claro con motes cafés,
sus ojos le buscaban. Scott estaba frente a la puerta de cristal que, con toda
seguridad, no resisitiría mucho tiempo, estaba petrificado por el terror. Aquel
reptil avanzó hacia él y corrió a toda velocidad en busca de su presa.